Quien acompaña el mercado de combustibles sabe que en los últimos años hubo muchos altibajos tanto para los productores como para los consumidores.

La oscilación del precio de la gasolina a lo largo de 2022, que llegó a superar los R$8 por litro en algunas partes del país, y el aumento de los precios del diésel, que encarece el costo del transporte y, en consecuencia, el valor final de muchos productos, han hecho que los consumidores vuelvan a preguntarse por las alternativas a estos combustibles.

Por otro lado, el etanol también sufrió muchas variaciones, pero cada vez se valora más por ser una fuente de energía limpia y menos contaminante, en una época en la que los temas ASG están en auge.

También hay otros puntos que repercuten en el mercado del etanol, como la difusión del automóvil eléctrico, el hidrógeno verde, las inversiones para utilizar otras materias primas en la fabricación de biocombustibles, sin mencionar, por supuesto, la influencia política y económica, que siempre son motivo de atención.

Ante este escenario, es difícil visualizar perspectivas futuras, pero nuestros especialistas abordan aquí algunos caminos posibles para el etanol basados ​​en datos y tendencias del mercado actual.

El coche eléctrico y el etanol

El etanol como combustible surgió en Brasil en la década de 1980 con el Programa Pró-Álcool (Pro-Alcohol), como alternativa a los combustibles fósiles, ya que el país dependía del mercado externo de petróleo y durante la gran crisis de 1979, se hizo inviable continuar con las tasas de importación tan altas.

Así fue como apareció en Brasil el automóvil 100% a alcohol, lo que impulsó toda la industria automotriz y también la producción de caña de azúcar en el país, que pasó a tener un nuevo destino para la siembra de este cultivo, además del azúcar.

Posteriormente, se comenzó a mezclar el etanol anhidro con gasolina, en proporciones que variaron a lo largo de los años. Hasta que, en 2003, se lanzaron al mercado los coches Flex Fuel, capaces de funcionar con cualquier proporción de gasolina y etanol hidratado. La innovación fue un éxito y, en 2009, ya representaban el 92% de todos los vehículos nuevos vendidos en el país.

La reciente llegada del coche eléctrico y el aumento de la adhesión a este modelo de abastecimiento han animado a las automotrices, que lo ven como una novedad capaz de entusiasmar a los consumidores preocupados por el medio ambiente y generar un nuevo mercado impulsado por los temas de sustentabilidad.

Por otro lado, la innovación también implica incertidumbres para el productor de etanol. Hoy en día, cuando se piensa en “vehículos verdes” lo que al público consumidor se le ocurre es el coche eléctrico de batería, y ya no el que utiliza combustible de materia prima vegetal.

Mientras tanto, otra innovación que se está probando es el automóvil eléctrico alimentado por etanol. Dado que, en muchos países, la energía eléctrica se produce a partir de combustibles fósiles, la versión de batería, que requiere horas conectadas a la toma de corriente para recargarse, seguiría siendo contaminante, perdiendo su valor.

Sin embargo, el modelo eléctrico a base de etanol normalmente se alimentaría con etanol en la estación de servicio y el hidrógeno generado a partir de este biocombustible podría cargar las celdas de la batería y hacer que el automóvil volviera a funcionar, ahorrando tiempo y energía eléctrica.

De este modo, el coche eléctrico vuelve a alentar al productor de etanol, que actualmente ve más ventajas en producir azúcar y exportar para tener mayores márgenes de ganancia.

¿Qué pasa con el etanol que no proviene de la caña de azúcar? 

Las perspectivas también son buenas para el etanol fabricado a partir de maíz. Hay una expectativa de que, para 2030, la producción con este origen alcance los 10 mil millones de litros, aumentando la participación nacional del 15% al 20%, según un estudio de la União Nacional do Etanol de Milho (Unión Nacional de Etanol de Maíz -Unem).

Para la cosecha de maíz 2022/23, la Conab proyecta que se cosecharán 126,9 millones de toneladas, un aumento del 12,5% en comparación con la cosecha anterior en Brasil. Puesto que esta segunda zafra es la que más transforma al maíz en etanol, la expectativa es que también aumente la producción de este combustible.

El maíz también es una alternativa sostenible y su uso es una forma de aportar más visibilidad a ambos mercados, el del etanol y el del maíz, que juntos ganan más relevancia.

Además del maíz, está surgiendo una fuente nueva de etanol en el país. Es el trigo, que en 2023 tendrá su primera planta. Si el etanol de trigo ya es común en Europa y Canadá, aquí en Brasil la tecnología recién está comenzando y debe ser una buena alternativa para atender las demandas de este mercado en crecimiento.

El proyecto ya se ha puesto en marcha en Rio Grande do Sul y para 2024 ya pretende producir etanol.

¿Cómo protegerse de las variaciones del mercado del etanol?

 Como la producción de etanol depende de las cosechas de caña de azúcar, maíz y, en el futuro, trigo, el mercado está a merced de la disponibilidad de estos productos, lo que hace que el escenario sea muy inestable.

Sabemos que en la economía, inestabilidad significa variación de precios. A lo largo del año, el valor del etanol puede variar hasta en un 50%. Por ello, es muy importante asegurar una buena estrategia de gestión de riesgos.

La mejor opción es contar con un socio especialista en estrategias de hedge que tenga un profundo conocimiento del mercado financiero y, al mismo tiempo, del de energía. Solo con una amplia visión de un contexto tan complejo y del mercado global se podrán tomar las mejores decisiones.

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